Te presiento.
Cerca. A punto de llegar, a tres instantes de
rodearme y no dejarme escapar.
Siento de a poco como llegas a mí y penetras lentamente como
el frío matinal.
No quiero mirarte, no
quiero aceptar que has vuelto.
Estoy cansada.
Vuelves... siempre vuelves.
Por más paredes que
construya, por más esfuerzos que haga, siempre llegas aquí,
a acariciarme el pelo y casi cantando recordármelo:
Se ha acabado.
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