sábado, 15 de junio de 2013

Tengo unas ganas demenciales de tocar la tierra fría con los pies descalzos y sentir lentamente como me hundo en ella. Bajar hasta lo más profundo y comenzar lentamente a desfragmentarme ahí; sentir como poco a poco dejo de ser y mis células se hacen parte de la tierra que ahora me sostiene. Porque ya no quiero ese sostén, porque ya no quiero esta realidad abrumadora, este respirar constante, este vacío en los poros. Quisiera -¡oh! ¡Como quisiera!- Ser único testigo de mi completa desaparición y de cómo ese suspiro vano, pasa por las vidas de todos quienes me negaron ayer su cobijo y calor.


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