No entendía bien que sucedía, pero su percepción estaba de alguna forma
perturbada; veía los árboles quedar atrás dejando una estela en el camino, a
pesar de que iban a toda velocidad, parecía que éstos demoraban su paso y todo
el mundo iba más lento. Las montañas que se veían por la ventana no parecían
acercarse ni un milímetro y los pájaros que sobrevolaban el camino de pronto
parecieron detenerse en medio del cielo.
Todo parecía ir en cámara lenta pero nadie más que Ania lo notaba. Alguna
vez escuchó en televisión que los segundos antes de morir las personas
percibían todo más lento y de una forma más precisa, como si se observara por
primera vez en una especie de despedida de este mundo. Ania pensó que lo
que vivía era aterradoramente similar a lo descrito en la T.V. Y comenzó a
plantearse seriamente la posibilidad de morir en el transcurso de aquel viaje.
Su primera reacción fue de pánico, a pesar de que ninguno de los presentes en
ese automóvil se percató del miedo que invadió a la muchacha, éste fue sin duda
él más intenso sentido en sus 20 años.
Ania fijó la vista en un monte lejano e intentó en vano desaparecer el
“irracional” miedo que de ella se apoderaba. Pasaron segundos que se sintieron
como horas y de pronto una pregunta insensata rompió el pánico que la muchacha
sentía ¿Qué tiene de malo morir? Un torbellino de respuestas preinstaladas en
su cabeza por familiares y amigos intentaron contestar la pregunta, pero
ninguna de una forma convincente, y fue precisamente la ausencia de esa
respuesta la que eliminó por completo el miedo que tenía.
¿Qué tiene de malo morir?
Con los pensamientos algo más calmados, y sin una respuesta para tal interrogante Ania se planteó su posible muerte como una alternativa más que probable dadas las extrañísimas circunstancias que vivía ¿Qué pasaría si yo muriera? –se preguntó- y al instante vinieron a su cabeza una serie de imágenes; sus padres llorando, pero aliviados de la deuda que significaba su educación. Sus amigos reunidos, pero olvidando paulatinamente que Ania alguna vez existió. Su novio triste… pero recuperándose y volviendo a enamorarse. La vida sigue si ella fallece y es este descubrimiento el que entrega a la muchacha un valor sorprendente.
Ya no teme a la muerte,
la busca,
la ansia,
la desea…
Pasan tres segundos, y el mundo se detiene. Las nubes que desde hace un
tiempo cubrían el cielo comienzan a dejar caer el agua sobre el
camino, la primera gota de lluvia se desprende de su nube al tiempo que Ania se
percata de no sentir ningún miedo a la muerte. La pequeña gotita comienza el
descenso y la muchacha ve como todo va tan lento que parece que el movimiento no
existe. La primera gota de lluvia toma velocidad y Ania acepta que morirá… la
lluvia toca el suelo y el automóvil rojo choca con un camión que venía en
dirección contraria fuera de control.
Sin que queden sobrevivientes la lluvia comienza en su máximo esplendor.
Sin que queden sobrevivientes la lluvia comienza en su máximo esplendor.