Querida Sofía:
La respuesta a mi anterior misiva aún no ha llegado, pero no puedo esperar más. Las cosas aquí están cambiando rápidamente; me mantengo en absoluto voto de silencio, oro todo el tiempo entre una labor y otra, mi cabeza no para de repetir el evangelio, intento cada vez que puedo tocar el agua bendita, la cual ahora cargo conmigo en todo momento....
Pero a pesar de esto tengo más miedo que antes a los fantasmas que me visitan. Hay días enteros en que caigo presa de una fiebre incomprensible, he estado en cama hasta tres días por este motivo; me visita el doctor, no tengo nada, resisto todo lo que puedo a la seducción de mis fantasmas y entonces cuando cedo, la fiebre desaparece y puedo volver a ser parte del monasterio.
Las hermanas han adquirido la convicción de que mi cuerpo es frágil y eso me dará más tiempo antes de que descubran la verdad y me exilien, ¿Cómo echar a una persona enferma? no podrían hacerlo fácilmente.
El otro día mientras cocinaba el almuerzo, escuché a la madre superiora hablando con el cura sobre mi caso, exponiendole sus sospechas de que el demonio estaba en mi y por eso caía enferma. Si supiera que la fiebre viene cuando el demonio no logra entrar! que los espíritus malignos son los que me sanan cuando dejo de luchar contra ese deseo...
Sofía, he comenzado a observar cada vez más de cerca estos delirios, parece que logro ver la figura humana de estos fantasmas que me acechan. Cierro los ojos y las sensaciones más deliciosas se apoderan de mí, casi escucho su voz susurrando. Temo tanto por mi debilidad como por su persistencia, la cual en el fondo agradezco fuertemente ¿Qué sería de mi sin estas visitas? Desearía que no me abandonaran nunca, mi pupila abierta los recibe felizmente, que vengan aquí y me arranquen de este mundo ¿no es la felicidad los que buscamos como humanos? ¿No es el placer una de sus formas? Sofía, guíame con tu experiencia, no quiero perder la cabeza y mi hogar por estos fantasmas
La respuesta a mi anterior misiva aún no ha llegado, pero no puedo esperar más. Las cosas aquí están cambiando rápidamente; me mantengo en absoluto voto de silencio, oro todo el tiempo entre una labor y otra, mi cabeza no para de repetir el evangelio, intento cada vez que puedo tocar el agua bendita, la cual ahora cargo conmigo en todo momento....
Pero a pesar de esto tengo más miedo que antes a los fantasmas que me visitan. Hay días enteros en que caigo presa de una fiebre incomprensible, he estado en cama hasta tres días por este motivo; me visita el doctor, no tengo nada, resisto todo lo que puedo a la seducción de mis fantasmas y entonces cuando cedo, la fiebre desaparece y puedo volver a ser parte del monasterio.
Las hermanas han adquirido la convicción de que mi cuerpo es frágil y eso me dará más tiempo antes de que descubran la verdad y me exilien, ¿Cómo echar a una persona enferma? no podrían hacerlo fácilmente.
El otro día mientras cocinaba el almuerzo, escuché a la madre superiora hablando con el cura sobre mi caso, exponiendole sus sospechas de que el demonio estaba en mi y por eso caía enferma. Si supiera que la fiebre viene cuando el demonio no logra entrar! que los espíritus malignos son los que me sanan cuando dejo de luchar contra ese deseo...
Sofía, he comenzado a observar cada vez más de cerca estos delirios, parece que logro ver la figura humana de estos fantasmas que me acechan. Cierro los ojos y las sensaciones más deliciosas se apoderan de mí, casi escucho su voz susurrando. Temo tanto por mi debilidad como por su persistencia, la cual en el fondo agradezco fuertemente ¿Qué sería de mi sin estas visitas? Desearía que no me abandonaran nunca, mi pupila abierta los recibe felizmente, que vengan aquí y me arranquen de este mundo ¿no es la felicidad los que buscamos como humanos? ¿No es el placer una de sus formas? Sofía, guíame con tu experiencia, no quiero perder la cabeza y mi hogar por estos fantasmas
Pero al mismo tiempo es lo que más deseo
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