miércoles, 13 de noviembre de 2013

Refugio

                Camino ansiosa por la calle, todo está mal en mí; mi pelo, mi cara, mi forma de caminar. Sé que la gente se da cuenta y al verme piensa en lo extraña que me veo. Pero no puedo hacer nada... así es mi pelo, así es mi cuerpo, así son mis movimientos. Bajo la vista para no ver sus miradas pero es aún peor, de reojo pareciera que todos me miran, no me puedo proteger de tantas miradas. Quisiera escapar, desaparecer en este instante. Comienzo a sudar, los brazos me sobran, no sé qué hacer con mis manos, no sé cómo arreglar mi pelo, no sé cómo no lucir nerviosa...

                Al subir en la micro la sensación cambia. Todos me han visto, se han dado cuenta de lo nerviosa que estoy, hay un ladrón por allí en la micro que se acercará sigilosamente e intentará robarme, lo sé, lo presiento. Intento resguardarme, acercarme a la ventana y protegerme contra ella pero hay mucha gente, demasiada gente en tan poco espacio... necesito aire, necesito llegar a la ventana y necesito no verme nerviosa.

                Una mano roza mi brazo izquierdo; me sobresalto, alguien me ha tocado, que asco, me aparto bruscamente, me limpio con la otra mano como si sirviera de algo, la mujer que me tocó me mira extrañada, debe parecerle rara mi reacción, debo parecerle rara yo, me mira fijamente el pelo ¿tengo algo en el pelo? Necesito una ventana y ver mi  reflejo, necesito resguardarme y que nadie vea lo nerviosa que estoy.

                Camino entre las personas intentando que no me toquen, que difícil, como odio las micros llenas. Alcanzo un rincón cuando un hombre obeso lo deja libre para bajarse, apoyo mi mochila contra el panel de la micro y la ventana. Ese ladrón no conseguirá nada de mí.  Intento ver mi reflejo en el vidrio, pero no puedo hacerlo sin que los demás se den cuenta de lo que hago, todos verán que me veo en el vidrio como si fuera un espejo, pensarán que soy fea y no saco nada con mirarme porque no tengo arreglo, seguro estoy muy despeinada, seguro luzco especialmente aborrecible ¿para que alguien tan feo se podría querer mirar en un reflejo? Es mejor huir, huir de ese monstruo, pensar que no existe, que no soy así, que no soy él

                Debo bajar, bajar y caminar. Camino extraño, lo sé; muevo demasiado el brazo derecho y nada el izquierdo, la mayoría del tiempo camino en punta y cuando me doy cuenta que lo hago intento pisar con el talón, pero se me hace tan extraño que debo ir pensando cada rato “talón, punta, talón, punta, talón, punta” me veo aún más extraña, pierdo el ritmo al caminar, no sé ya cómo moverme, estoy rodeada de gente y solo quiero detenerme, no quiero caminar, no quiero seguir, no quiero que me vean...


                Llego al lugar acordado y él me espera sentado tomando un café. Me apresuro, una ráfaga de viento me despeina, me rio, él me ve y me saluda, le ha gustado mi nuevo vestido y desfilo para él,  nos sentamos un rato, pido un trozo de torta ¿existe algo más que sus ojos? Decidimos ir al parque,  caminamos lentamente, mi mano derecha encuentra calma en su brazo izquierdo, nos subimos a la micro, está llena y la gente se amontona, estoy entre la ventana y su cuerpo, me siento protegida,  elevo mi mirada para encontrar la suya, un beso y más nada. No me importa la gente, no me importa el mundo... todo lo que existe es este nosotros.

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