Han
muerto los últimos crisantemos que adornaban mi frente. Los párpados me obligan
a un sueño al que temo. Te me caes a gotas de entre los dedos mientras escupo
la sangre de un corazón ya muerto.
El
tiempo convierte mi piel en hielo.
Dentro solo me crecen abismos, me perderé en
ellos y saltaré a la pupila que se ha volteado, veré mi cráneo desde dentro y exorcizaré tus recuerdos de mudanza.
Vuelve
a mi ave temerosa, llena con tu canto el vacío en mi pecho, vuelve a la vida a mis marchitas agonías
Y mátame
Mátame de nuevo
Mátame de nuevo
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