miércoles, 4 de septiembre de 2013

Han muerto los últimos crisantemos que adornaban mi frente. Los párpados me obligan a un sueño al que temo. Te me caes a gotas de entre los dedos mientras escupo la sangre de un corazón ya muerto.

El tiempo convierte mi piel en hielo. 
Dentro solo me crecen abismos, me perderé en ellos y saltaré a la pupila que se ha volteado, veré mi cráneo desde dentro y  exorcizaré tus recuerdos de mudanza.

Vuelve a mi ave temerosa, llena con tu canto el vacío en mi pecho,  vuelve a la vida a mis marchitas agonías

Y mátame 
Mátame de nuevo


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