Lourdes caminaba por la acera cubierta de nieve
Lourdes
Lourdes
Lourdes
Lourdes
Lourdes
Lourdes
Lourdes
Lour…
Y justo cuando pronunció su nombre por octava
vez, un perro blanco con una mancha negra en el lomo cruzó la calle para morir trágicamente
atropellado al otro lado. Lourdes terminó la pronunciación de su nombre y quieta
en medio de la nieve observó sin acercarse, el cadáver inerte de aquel animal
antes tan vivo.
Soy Lourdes -repitió
segura- Lourdes, Lourdes...
Lourdes, nombre
de virgen y trapecista de circo, nunca se acercó al perro, nunca pensó en que
fue del perro antes de morir, nunca pensó que hubiese pasado si ella hubiese
sido aquel perro, ni que hubiese sido de aquel perro si él hubiese sido ella.
Lourdes nunca piensa en esas cosas porque está ocupada repitiendo su nombre
mentalmente para alejarse de aquel mundo tan hiriente y frío.
Lourdes
Lourdes
Lourdes...
Continuó caminando por la misma
acera, repitiendo su nombre infinitamente, rodeada de un halo nebuloso que no
la dejaba ver. Allí estaba Lourdes, caminando como siempre a un lugar más que conocido
a encontrarse con los seres habituales, para para fingir sonrisas sinceras y miradas
interesadas, para coquetear con quien no sabía y acabar en la cama con otro que
se pareciera a ella, con otro a quien llamar Lourdes mientras arañaba por la
espalda y se hundía en sí misma
¡Lourdes!
¡Lourdes!
¡Lourdes!
Tendida en la oscuridad de un sueño
lejano Lourdes recibe las caricias noctambulas de un cuerpo que le resulta ajeno,
entonces súbitamente cesa la repetición mental de su nombre y es brutalmente
expulsada de ese cálido rincón en su mente.
Se incorpora rápidamente y ve a su
lado a un otro que ya no es Lourdes.
Se asusta.
Recuerda el perro que vio morir por
la mañana.
Llora.
Intenta en vano recordar su propio
nombre y volver hacia dentro mas no lo consigue. Desespera.
Lourdes se levanta angustiada de la
cama, se asoma al balcón perpleja. ¿Quiénes están tras todas esas luces? ¿Quién
es ese cuerpo que la acompaña? ¿Morirán todos alguna vez como el perro de la
mañana? ¿Es todo el mundo esa finitud?
Lourdes recuerda su nombre, se aleja
del mundo, vuelve hacia adentro. Besa al hombre desconocido que la acompaña
duerme soñando que nada existe. Ni siquiera ella.
Lourdes...
Lourd...
Lou...
Lo…
L...
...