Algún
recuerdo olvidado se ha clavado en mi pecho y ha abierto una herida demasiado
grande.
Mi pecho es ahora un vacío profundo del que solo emerge sufrimiento y sal.
Quisiera
saber a qué se deben mis tristezas, pero todo está siempre cubierto de un
olvido demasiado inventable como para atreverme a ponerle palabras.
Nada
es seguro.
Hay
un buen motivo para olvidar...
***
Pienso en la culpa
y el inmediato efecto de estremecimiento que la palabra tiene en mi cuerpo.
Como si toda yo fuera culpable de algo que aún desconozco… no sé que es, pero
es mi culpa.
Lo
siento.
Lo
siento.
Yo
no quería…
“Por mi culpa,
por
mi culpa
por mi gran culpa”
***
Tengo
hambre, de esa que hace doler el estómago y temblar el cuerpo… tengo hambre
pero no quiero comer… así es mi herida, como el hambre que no quiere ser
saciado. Por eso revive cada cierto tiempo, emerge desde el abismo y rompe
cualquier indicio de cicatrización
No
recuerdes por qué lloras
Pero
no olvides llorar
Lo
mereces
Es
tu culpa.
***
¿Me matas?
¿Me matas un poco?
Solo para olvidar…