Hundo
mis uñas en mi piel moribunda y siento la sangre manchando mis uñas
¿Cuánto
más deberé destrozarme para llegar al fondo de mi misma?
¿Qué
tan profundo se debe cavar para sacarte de aquí?
No entendía bien que sucedía, pero su percepción estaba de alguna forma
perturbada; veía los árboles quedar atrás dejando una estela en el camino, a
pesar de que iban a toda velocidad, parecía que éstos demoraban su paso y todo
el mundo iba más lento. Las montañas que se veían por la ventana no parecían
acercarse ni un milímetro y los pájaros que sobrevolaban el camino de pronto
parecieron detenerse en medio del cielo.
Ania fijó la vista en un monte lejano e intentó en vano desaparecer el
“irracional” miedo que de ella se apoderaba. Pasaron segundos que se sintieron
como horas y de pronto una pregunta insensata rompió el pánico que la muchacha
sentía ¿Qué tiene de malo morir? Un torbellino de respuestas preinstaladas en
su cabeza por familiares y amigos intentaron contestar la pregunta, pero
ninguna de una forma convincente, y fue precisamente la ausencia de esa
respuesta la que eliminó por completo el miedo que tenía. 
Pasan tres segundos, y el mundo se detiene. Las nubes que desde hace un
tiempo cubrían el cielo comienzan a dejar caer el agua sobre el
camino, la primera gota de lluvia se desprende de su nube al tiempo que Ania se
percata de no sentir ningún miedo a la muerte. La pequeña gotita comienza el
descenso y la muchacha ve como todo va tan lento que parece que el movimiento no
existe. La primera gota de lluvia toma velocidad y Ania acepta que morirá… la
lluvia toca el suelo y el automóvil rojo choca con un camión que venía en
dirección contraria fuera de control.
Reviven en mí los atávicos
deseos de dar muerte a todo ser estúpido e inocuo que roza siquiera el aire que
respiro. La necesidad imperante de exterminar de todo sitio a aquellos seres
que usurpan el lugar que unas flores ocuparían de forma mucho más útil y
grácil. Me detengo un segundo a
pensar en la forma en que estos seres -si es que pudiesen merecer tal
consideración- deberían alcanzar la muerte y no logro llegar a una conclusión que
me parezca lo suficientemente satisfactoria, pues su bajeza y nulidad impide
que un ser más elevado y erudito se rebaje siquiera a hacer el esfuerzo de
liberar la sangre que corre por sus venas o a tomar en sí aunque sea una
liviana parte de su peso inmundo.
Fijo entonces mi mirada en
su sangre esparramada por el suelo y la deseo, porque es parte de ella y su
rojo aún vive, porque no abracé a Susana y quiero abrazar lo que es parte de
ella. Me lanzo a la poza que se ha formado y me revuelco en ella como si la
abrazara ante la mirada de asombro y espanto de aquellos viles seres que antes
repudiaba. Las mujeres alejan a los niños de aquel espectáculo mientras voltean
la vista y se alejan, los hombres confusos no saben qué hacer y comienzan a
vociferar palabras que no comprendo, no quiero entender. Susana, ¡oh! ¡Susana!.
Me preparo un café mientras pienso en este día de mierda, lleno de cosas que no quiero hacer. De partida tengo que levantarme cuando yo solo quisiera quedarme en la cama para siempre... ¡Ah! que tedio, que cansancio, que desanimo de vivir este hoyT odo el universo convive en mi interior. Todo. Silencio Se oye el pulso del mundo como nunca pálido la tierra va a dar a luz un árbol. To...