viernes, 31 de enero de 2020

Es agradable cuando las palabras se liberan sin control. Siento que perdí esa capacidad hace años... todo pasa por una sutil censura para que no se vaya a notar demasiado la pasión que me quema por dentro. Porque no sería justo, las cosas están bien... están "bien"

A veces pienso que solo la tristeza me brinda esos momentos de libertad, la censura se va y solo me brota dolor por los ojos, por los poros, por los dedos. La vida es injusta y yo soy parte de ella. Me juzgo por mi sentir, intento dormir mi dolor, no molestemos tristezas mías, no ahora, no hoy... quizás después; cuando el día vuelva a encenderse y en la soledad de este padecimiento me permita maldecir la existencia. Porque es injusta, porque duele, porque la vida entera no trae más que decepción y sufrimiento.

Tengo adentro una voz que parece no ser mía, que contesta a cada declaración con el profesionalismo que otros le enseñaron, una voz patética, que intenta ser positiva y sacarme de esto cuando lo único que quiero es matarla de una vez y entregarme de lleno a todo lo que siento.

Ojalá pudiera uno acallar esas voces, los miedos, los juicios, los que no vienen de otra parte más que de nosotros mismos. Esos son los peores, esos son los que carcomen por dentro, lentos, silenciosos, certeros. Solo nosotros sabemos que están allí dentro, roen mientras vas al trabajo, roen cuando saludas a los compañeros, roen al despertar cada mañana. No necesitan palabras, no necesitan que pienses en algo, no necesitas siquiera que sepas que están ahí, pero un día, un momento de debilidad y se muestran como un monstruo que ha devorado tu pecho, tu hombro, tu ojo izquierdo... cierras los ojos, respitas profundo, escuchas la voz profesional que te dice que no todo está mal, hay belleza en el mundo, ¿recuerdas que bien lo pasaste esa noche jugando? calma... respira profundo, tienes tu ojo, tu hombro, tu pecho...Volvamos a la neblina censuradora, no digas esas cosas, que injusta has sido...


sábado, 25 de enero de 2020

La tumba de la piel vieja


Dejo testimonio aquí de este salto al vacío,
del miedo  que siento,
del amor que me mueve...

Me voy.
Dejo esto, y aquello...
                                    y todo lo demás.

Dejo la piel que un día fui,
los sueños y los tormentos,
las alegrías y frustraciones,
el choque continuo con un sistema
               que no es humano,
                      que no quiere,
                             que no cuida,
                                   que no respeta...
  
Porque lo conseguí;
ya estuve ahí.
Donde pensé que quería estar,
donde todos querían que estuviera...
y sentí que no.
No soy de ahí...
La Yo de ahora no quiere eso,
no acepta eso.

Y por eso me lanzo...
¿a una caída?
¿a un vuelo?

                                                        la historia nos contará. 


jueves, 16 de enero de 2020

Hago malabares con las posibilidades

Juego a encender velas añejas
 y siento esperanza en un futuro distinto...
Camino en medio de dos universos

Temo la nueva puerta que se ha abierto.
La ansio...
               La acaricio...


Huyo de ella y la observo desde lejos...
Me acerco.

Un mundo entero queda atrás.

viernes, 10 de enero de 2020

... hasta que se pierde


Salí del doctor desmotivada, ninguna respuesta, ninguna solución, solo más calmantes y esperar el resultado de los nuevos exámenes… Es verdad que uno tiende a apreciar más las cosas cuando las pierde. Quizás la salud es el mejor ejemplo; nunca antes agradecí por poder caminar sin dolor, pero ahora que cada paso se sentía como una tortura, hubiese cambiado cualquier bien material por poder estar sin ese dolor de nuevo. Siempre asumí que las enfermedades llegarían naturalmente a cierta edad, no esperaba que esa edad fuera antes de los treinta…

Saliendo de la consulta del doctor decidí que no pensaría demasiado en el tema. Mi pensamiento catastrófico habitual resulta especialmente contraproducente en estos momentos. Lidiaré con el dolor hasta que sepa qué lo causa y qué debo hacer para detenerlo. No hay nada más que pueda hacer por ahora…

Este renovado sentido de autocuidado me llevó a pedir un Uber en lugar de caminar con dolor hasta la parada del bus. Me detuve en la esquina de la calle y esperé a que el automóvil llegara. Era un Hyundai Creta, se veía la foto del conductor, me pareció una persona confiable, hombre (¿por qué la mayoría de los conductores de Uber son hombres?), quizás unos 50 años, la patente GWGS 98 a dos minutos de donde esperaba. Perfecto. Me ubiqué en un lugar donde  fuese fácil que se estacionara y esperé.

En menos de un minuto un automóvil se estacionó frente a mí.  ¿Marcela? -Preguntó el chófer- Sí!, respondí  yo extrañada. Antes de que el auto se estacionara ya había descartado que ese fuera mi Uber porque la patente de éste comenzaba con CW y no con GW como decía la aplicación. Me acerqué a la puerta de atrás y vi por la ventana a un tipo de unos treinta años que en nada se parecía al amable caballero de cincuenta que se veía en la foto del perfil.

Dudé en entrar al auto durante unos segundos, pero ya tenía la mano  en la manilla de la puerta… la marca del auto y el color sí correspondía y el chófer había dicho mi nombre. Quizás vi mal la patente o hubo un error de tipeo cuando ingresó su auto a la aplicación. En realidad no sé como funciona todo eso pero finalmente me subí al auto, con algo de inseguridad... pero lo hice  porque no tenía la personalidad para decirle al tipo que no lo tomaría porque  no me daba confianza. Tampoco se me ocurrió decirle una mentira para zafar de la situación. Pedí un Uber, el Uber llegó y solo seguí actuando como las cosas tenían que ser…

El tipo se muestra amable, hace unos comentarios del clima y me pregunta si quiero escuchar algo.

Siempre me ha parecido que poner tu música frente a otras personas requiere de algo de confianza. Mi música dice cosas de mí y no quiero que cualquiera sepa algo de mí… le dije que no se me ocurría nada que poner pero que pusiera la música que a él le gustara. No se hizo de rogar, puso una canción de Daft Punk y siguió el trayecto intentando generar conversación.

Soy una persona amable, intento que las personas se sientan bien cuando me hablan aunque no me interese un pepino la verdad… siempre finjo interés porque no quiero que se sientan tristes o poco importantes. ¡Qué idiotez! Si en realidad no son importantes para mí! Pero bueno… sería descortés poner mi necesidad de silencio por sobre su necesidad de atención ¿No? Esa es la forma en que yo funciono. Toda una cruz.

Como sea, el tipo se llamaba Fausto, era técnico de TV Cable, el trabajo había ido muy mal los últimos meses así que lo echaron de la empresa luego de 11 años de servicio. Se puso a trabajar de Uber mientras encuentra un trabajo mejor. Trabaja todo el día y casi no ve a su familia. Fausto iba conversándome de su mamá enferma cuando se enoja por la canción que suena por la radio, "malos recuerdos" se limita a decir, hace el movimiento para cambiar la canción cuando un motociclista descontrolado se cruza en el camino.  Alcanzó a girar el volante con rapidez y de la nada vi a los autos estacionados y personas caminando por la vereda frente a nosotros; con una velocidad increíble Fausto volvió a girar el volante, esta vez en dirección opuesta, alcanzamos a chocar con los autos estacionados, pero fue mínimo. El motociclista ya no estaba en mi campo visual, Fausto intentaba retomar el control del vehículo y entonces… ese sonido.

Nunca antes había escuchado el sonido de huesos quebrarse. La cabeza del motociclista se azotó en el suelo y su casco roto no pareció mitigar para nada el fuerte golpe. Entonces Fausto logró frenar completamente el auto y lentamente fuimos comprendiendo lo que pasaba; la moto zigzagueante que finalmente cae frente a nosotros, la maniobra evasiva que nos lleva a chocar con un auto estacionado y un nuevo giro para retomar el control del auto que termina chocando con el cuerpo del motociclista y rompiéndolo, literalmente.

Fausto aún aturdido me mira por el retrovisor y pregunta si estoy bien. Ante mi afirmación se baja del auto y avanza hasta el cuerpo inmóvil del motociclista. Yo, infinitamente adolorida,  salgo del auto y sigo a Fausto lentamente. Muchas personas se nos acercan, preguntan si estamos bien, los sonidos se vuelven confusos y las imágenes comienzan a borrarse… cierro los ojos y caigo al piso.

Abro los ojos arriba de una camilla aún en la calle, al fondo escucho el llanto de un hombre adulto que repite una y otra vez "Se cruzó de la nada", es Fausto reconozco después. Cerca de mi un paramédico con una pequeña linterna apuntándome a los ojos diciendo cosas que no entiendo bien y a lo lejos, el llanto desgarrador de una mujer clamando por su hijo… el motociclista.

El paramédico me pregunta mi nombre, edad y si tengo a quien llamar, pregunta que día es hoy y cuantos dedos veo mientras levanta su mano frente a mi. Luego un policía se acerca y me pregunta si conocía al chofer; era mi Uber -Contesto- ¿está bien? El policía me dice que su nombre en realidad es David y tenía una orden de detención pendiente por haber atropellado a una señora y haber huido del lugar. ¿Fausto? Me pregunto internamente, no pensé que fuera capaz de algo así… aunque claro, no lo conozco ni hace 10 minutos. ¿El motociclista? Pregunto aún desconcertada. Murió -me responde seco el policía.

No tengo ningún daño de consideración, pero optan por llevarme al hospital para asegurarse. Junto a mí, en la ambulancia va también Fausto que aún tiembla por todo lo que pasó, él va a constatar lesiones porque se lo llevarán detenido; ya tenía una orden de detención y ahora este nuevo accidente… Su panorama es complicado. De pronto saca del bolsillo de su camisa una pequeña petaquita de la cual bebe un líquido que asumo es alcohol. Me sorprendo y él se apresura a explicarme que "es para los nervios", se nota afectado por la situación… eso no se verá bien en la alcoholemia…

Me voy a ir pa' dentro - declara, refiriéndose a que irá a la cárcel- no sé si pueda soportar estar encerrado de nuevo, es una locura perder la libertad, uno no la valora hasta que la pierde.

Intento pensar en qué momento fue a la cárcel si llevaba once años trabajando en la compañía de cable, dudo de la historia que me contó antes, pero sobre todo me quedo pensando en la libertad y como uno la valora cuando la pierde. Es como la salud, es como la vida… pienso en el motociclista que acaba de morir, él no tiene una segunda oportunidad, no podrá valorar la vida más de lo que ya lo hizo… pienso en por qué habrá perdido el control de la moto, pienso en Fausto, que ahora es David y no será más libre, pienso en mi salud y que aún camino y puedo moverme, pienso en que estoy viva y aún con limitaciones soy libre…

¿Cómo he estado ocupando mi libertad hasta ahora? ¿Qué haré de aquí en adelante? Hay situaciones que nos llevan a poner la vida en perspectiva. Todo a cambiado un poco ahora...





jueves, 2 de enero de 2020

2020

Inicia un nuevo año... y cada vez le encuentro menos sentido a esta celebración. No puedo negar que me animo cuanto es el día, esperar las 12 y pensar en todo lo que queremos para el año que inicia... pero son las 12, cambia el año y todo sigue exactamente igual. No hay ningún cambio en realidad. Somos nosotros los que debemos elegir nuestras metas y trabajar por ellas y ningún cambio de año nos cambiará a nosotros o a los demás mágicamente para lograr lo que queremos. 

Dicho eso....
Este año es importante para mí, ya que he decidido renunciar a mi trabajo y darme un año sabático de mi carrera. Es una decisión difícil. Toda la vida me criaron para ser profesional y ahora decido salirme de ello. Siento que soy una prueba viviente de lo que el sistema le hace a los soñadores. Inicié mi vida laboral con muchas ilusiones, por fin podría ejercer mi vocación, ayudar a la gente, especialmente a niños y jóvenes. Estudié para eso y eso es lo que llevo haciendo desde hace.. ¿cuanto? ¿cuatro años? quizás tres y muchos meses... Como sea, estos años me han enseñado lo más terrible del sistema en el que vivo; he escuchado historias desgarradoras de pobreza y dolor, he visto a los marginados y he intentado reparar sin éxito el vinculo con la sociedad... he intentado reparar sin exito el trauma vivido... pero cada vez que he necesitado la ayuda del Estado en sus múltiples instituciones, todo, TODO ha ido mal. 

Si bien cargo con especial cariño las veces en las que mi trabajo ayudó a cambiar la vida de los niños, también guardo con especial pesar las veces en que fui insuficiente y debí enfrentar la indolencia de todo un sistema con ellos: los más desamparados. Ese lema falso de "los niños primero" que potenció el nefasto presidente que Chile adolece, no es más que eso, un lema falso creado para engañar y "hacer como si" cuando en realidad, al ver la marginación, el dolor y la carencia, el estado intenta (desesperadamente) no ver. 

Las protestas que vive Chile actualmente me han dado esperanzas, las personas se están levantando contra este sistema sin sentido que nos quita la vida, la salud, las esperanzas y el amor a cambio de un par de migajas que en Chile no permiten si quiera vivir. Gran parte de la población del país debe endeudarse para vivir, el sueldo no alcanza y terminan comprando las verduras a crédito. Ese es el Chile en que vivimos.

En ese Chile, los niños no importan porque no votan y no producen, es así de simple. Solo comienzan a importar cuando son adultos que producen o, cuando aún siendo niños se vuelven delincuentes. Entonces todos los dardos apuntan contra ellos, contra ellos y sus padres, porque ¿Cómo no pudieron criar bien a su hijo? pues no pudieron porque estaban todo el día trabajando por el sueldo de miseria que ayuda a alimentar al niño. Así de triste es, los padres pobres de Chile deben elegir entre tener los recursos necesarios para mantener a su hijo con vida o poder criarlo. 

Mi primer trabajo fue con infractores de ley, adolescentes de más de 14 años y menos de 18 que vivían al margen de la sociedad. Niños quebrados por el espanto que debieron hacerse fuertes para sobrevivir y esa es la fe que promulgan; hay que ser fuerte, el más fuerte, porque si no alguien más fuerte se aprovechará de ti. Recuerdo muy bien a un niño, Felipe, 16 años,consumía muchas drogas, no estudiaba ni trabajaba, se dedicaba a vender marihuana o cocaína y a veces robaba, tenía una hija de menos de dos años. Un día me dijo "pero tía si yo trabajo voy a estar 8, 12 horas haciendo algo que no me gusta pa' que después me paguen una cagá de plata, si yo robo en un día me hago lo de un mes y veo a mi hija todo el día" remató con "yo quiero ser un papá presente, ve que a mi mamá nunca la tuve". Nuestro sistema no les ofrece nada. Yo no le podía ofrecer nada. Solo pude recurrir al temor para que dejara de delinquir y consumir por su hija... fue un proceso largo y duro, con muchas recaídas... le metí miedo, esa es la verdad... le dije "si te llevan a la cárcel no podrás ver a tu hija", "si sigues consumiendo drogas tienes mayores probabilidades de morir y tu hija crecerá sin ti". Y por su hija lo hizo... por su hija ahora trabaja 12 horas en una empresa que lo explota, que no le paga horas extra y con un sueldo de miseria... como todos. 

¿Vale la pena trabajar en condiciones así? No digo que nos vayamos a hacer delincuentes! claro que no... pero ¿vale la pena trabajarle a este sistema? Para mi la respuesta es no y por eso debo retirarme un poco, ver todo de lejos y entender como subsistir sin cambiar el tiempo de mi vida por un par de monedas. Creo que aquí eso es lo importante, el tiempo.

El tiempo lo es todo, cuando no tienes tiempo no puedes detenerte, reflexionar o gozar de las maravillas de la vida. Quisiera que todos tuvieran ese tesoro, un tiempo para ellos, para leer, para aprender por gusto, para disfrutar... La mayoría de los chilenos explotados en sus trabajos, llegan a su casa a comer y a ver TV, un ocio facil que no gasta mayores recursos económicos (bien escaso) ni energía, ya que a esas alturas del día la energía es mínima también... 

Creo que la auto-gestión, el emprendimiento, la economía circular son la base de lo que debemos construir. Debemos dejar de participar en el sistema que nos proponen hasta que seamos tantos viviendo de modo más natural y respetuoso, que el sistema mismo colapse. Es posible? no lo sé... pero hay que intentarlo, hay que hacer algo para que las cosas cambien. Chile despertó y con él hay millones de personas despertando, revelándose, diciendo No! no quiero más! basta de abusos!

Yo soy una privilegiada, puedo renunciar al trabajo y vivir de mis ahorros por unos meses mientras replanteo que hacer con mi vida... Ya no quiero más este Chile terrible, no quiero más este capitalismo que lo devora todo y que le quita la ilusión y el alma a la gente, no quiero más intentar ayudar y chocar con una pared donde se supone deberían haber puentes, no quiero más este Estado egoista que nos quita para fortalecer a los ricos y no ayuda ni siquiera a esos niños pobres, marginados, olvidados...

Creo que este año será un año para construir un nuevo sistema, para darnos cuenta, para despertar. Este año será para construirme una nueva forma de vida, una que me haga feliz, porque lamentablemente no aguanto más tanto dolor ajeno, tanta injusticia, tanto olvido, tanto producir y producir por sobre la persona, por sobre la humanidad. 

 



domingo, 22 de diciembre de 2019

No tengo palabras para hablar del pasado
No había lenguaje aún en mi mundo
Todo era sentimiento
terrible y putrefacto
"No quiero"
.
..
...
....



No tengo conciencia de mí en ese entonces
No tengo una edad, ni tengo un cuerpo
No recuerdo mi nombre, ni mis posibilidades

Y sin embargo
No quiero

.
..
...
....

Lloro y me quiebro por dentro

No
.
..
...
....

Quisiera escapar pero no me muevo
No quiero.
.
..
...
....

El miedo es frío
El horror mudo

Y yo.. 
yo solo me alejo
.
..
...
....

Olvido.
No quiero







viernes, 20 de diciembre de 2019

Querida Sofía:

La respuesta a mi anterior misiva aún no ha llegado, pero no puedo esperar más. Las cosas aquí están cambiando rápidamente; me mantengo en absoluto voto de silencio, oro todo el tiempo entre una labor y otra, mi cabeza no para de repetir el evangelio, intento cada vez que puedo tocar el agua bendita, la cual ahora cargo conmigo en todo momento....

 Pero a pesar de esto tengo más miedo que antes a los fantasmas que me visitan. Hay días enteros en que caigo presa de una fiebre incomprensible, he estado en cama hasta tres días por este motivo; me visita el doctor, no tengo nada, resisto todo lo que puedo a la seducción de mis fantasmas y entonces cuando cedo, la fiebre desaparece y puedo volver a ser parte del monasterio.

Las hermanas han adquirido la convicción de que mi cuerpo es frágil y eso me dará más tiempo antes de que descubran la verdad y me exilien, ¿Cómo echar a una persona enferma? no podrían hacerlo fácilmente.

El otro día mientras cocinaba el almuerzo, escuché a la madre superiora hablando con el cura sobre mi caso, exponiendole sus sospechas de que el demonio estaba  en mi y por eso caía enferma. Si supiera que la fiebre viene cuando el demonio no logra entrar! que los espíritus malignos son los que me sanan cuando dejo de luchar contra ese deseo...

Sofía, he comenzado a observar cada vez más de cerca estos delirios, parece que logro ver la figura humana de estos fantasmas que me acechan. Cierro los ojos y las sensaciones más deliciosas se apoderan de mí, casi escucho su voz susurrando. Temo tanto por mi debilidad como por su persistencia, la cual en el fondo agradezco fuertemente ¿Qué sería de mi sin estas visitas? Desearía que no me abandonaran nunca, mi pupila abierta los recibe felizmente, que vengan aquí y me arranquen de este mundo ¿no es la felicidad los que buscamos como humanos? ¿No es el placer una de sus formas? Sofía, guíame con tu experiencia, no quiero perder la cabeza y mi hogar por estos fantasmas

Pero al mismo tiempo es lo que más deseo





martes, 26 de noviembre de 2019

Queridísima Sofía:

Agradezco tu carta y la preocupación que en ella reflejas. Yo estoy bien, los días transcurren lentos en este asilo de las horas. El sol me empuja por la mañana y acompaña mi día como un testigo lento y cansado. Las labores son aquí las mismas que las de allá; me baño temprano por la mañana con el agua fría de una ducha oxidada, en un baño amplio y gélido que aumenta como nada mi sensación de soledad. Luego, voy al comedor donde tomo desayuno con las otras hermanas; un desayuno insípido que nos recuerda el verdadero significado de la austeridad. El silencio reina en todo el monasterio y el canto de las aves me recuerda constante que he abandonado mi libertad.


El voto de silencio ha comenzado a resultarme un gran regalo, permite evitar las conversaciones triviales y me da tiempo para navegar en mi mente tormentosa. Agradezco ampliamente este tiempo y silencio y disfruto de ambos mientras el sol dibuja un arco en el cielo... 

No obstante, querida Sofía, el mundo aquí no es simplemente de ensueño... Recientemente he comenzado a ser víctima de los más terribles espíritus. Han entrado en mi pupila un día mientras me quedaba dormida y me visitan cada día a la hora de dormir. Me hacen pensar en cosas terribles... terribles, carnales y terrenas... intento borrarlas de mi mente de inmediato, pero al mismo tiempo las quiero... deseo esas cosas terribles y ansío con un hambre voraz poder sentir una caricia, un beso... quizás algo más.

Los espíritus me brindan las más burdas imágenes de cuerpos varoniles... y sin entender como, siento que mi cuerpo se expande y mi respiración aumenta. Temo que las otras hermanas perciban de algún modo que al demonio que me habita. Intento con esquivo éxito concentrarme en mi oración, pero de pronto mi rosario es el más sensual objeto que he conocido; no puedo sino percibir la sutil suavidad de sus cuentas entre mis dedos y esa dureza comienza a parecerme lo más apetecible del mundo entero. Entonces, la perversión se apodera de mí y mueve mi cuerpo de las formas más extrañas y así, como presa de un instinto absurdo, no puedo más que llenar mi vacío con cada una de las cuentas del rosario y sentir la culpa de este sacrilegio carcomiendo mi alma. ¡Estoy sellando mi perdición! 

¡Oh! Sofía! solo dios sabe la vergüenza que siento de mi misma y lo mucho que evitaría tener que contarte todo esto si pudiera.... pero Los Espíritus reclaman cada noche saciar mi hambre y mucho me temo que he caído ya reiteradas veces en la seducción de estos monstruos, embriagada de este nuevo sentido sutil y seductor.

Como verás, mi corazón ya no cuenta con la limpieza requerida para adorar a nuestro señor y temo el monasterio me cierre pronto las puertas. Recurro a ti porque sé que conoces bien el mal que enfrento; espero tu experiencia y cariño puedan guiarme en la mejor manera para liberarme de este tormento. 










sábado, 2 de noviembre de 2019

28

Llevo muchos días pensando en escribir... y evadiendo todas mis fuerzas esa necesidad abrumadora que comenzaba a crecerme dentro.

Llevo tanto sin escribir... 

He estado pensando hace meses en esto, preguntándome por qué lo que antes me llenaba tanto se había ido de mí... como arena entre mis dedos, deslizándose suave y constantemente, sin darme tiempo a comprender lo que sucedía... Pero lo cierto es que fui una testigo completamente consciente del lento proceso de abandonar la escritura. Sentí en mi pecho como la intensidad del mundo comenzaba a romperme y como cada vez que escribía me conectaba con ese dolor. Percibía como lo que antes había sido un puente entre dos almas ahora me recordaba demasiado el vacío... 

El dolor se hizo silencio y con el tiempo... de la nada, llegó la felicidad. Fue sorpresivo, pero anhelado... no sabía como integrar estas nuevas emociones al sufrimiento que llevaba por dentro, como un duelo que me acompañará por siempre. Lo sé. Aún ahora sigue en un rincón, pero es pálido, tenue, polvoriento...

Es verdad que el tiempo cura... no por sí solo, pero nos ayuda. Con el tiempo el sufrimiento fue menguando y el sol saliendo, nuevas experiencias, un nuevo amor, unas nuevas ganas de vivir. Ya no quería recordar... no quería sentir ese vacío agónico. Escribir y sufrir se encontraban ahora íntimamente ligados para mi. Siempre escribí como una catarsis, para sacar fuera los llantos que no podía expresar... ahora, temía que de alguna forma la felicidad se fuera yendo si volvía a escribir... y dejé de hacerlo.

El 30 de Octubre cumplí 28 años.
Tengo 28 años. Aún es difícil para mí creerlo... Siento que el mundo se a expandido infinitamente desde hace un tiempo. Octubre ha sido el mes más intenso desde hacia mucho tiempo... para mí, para mi país...

Siento que he avanzado... he vivido y sigo viviendo mis propias revoluciones. Quien ha iniciado este camino lo ha experimentado... ver de pronto aparecer edificaciones gigantes sobre las cuales hemos construido el sentido, estructuras que antes nos habían sido imperceptibles y de la nada se erigen como torres  imponentes, magnificas... pero viejas y grises. No solo he visto estas torres emerger de la nada, también las he visto derrumbarse con una rapidez abrumadora, levantando una nube de polvo que todo lo cubre, trayendo el caos y la confusión. Son Sentidos adquiridos desde la más tierna infancia en el suelo, destruidos, hechos añicos... 

La vida es el más intenso viaje. 

 Afortunadamente, el derrumbe de estas gigantes construcciones también han traído consigo una liberación abrumadora. La tensión constante que implicaba resistir en el pequeño rol que me habían asignado, ha comenzado a soltarse poco a poco, el horizonte comienza a ampliarse y creo que he sumado una nueva gama de colores al espectro. 

Todo es igual y al mismo tiempo todo ha cambiado 

Tengo 28 años y recién comienzo a comprender de verdad que el viaje es mio... He decidido estar aquí y ahora decidiré moverme un poco. Sé que el proceso que inicio será difícil... pero comienzo a adquirir mis propias certezas, comienzo a dejar el equipaje pesado, comienzo a ver dónde quiero estar...



Y en serio, solo querer estar es un avance para mí...













domingo, 14 de julio de 2019

 He encontrado la salida del laberinto y puedo proclamar a gritos que el paraíso no existe. Toda la vida nos han mentido; los dioses son tiranos que hemos creado. Me siento cada vez más sucia y malvada solo por ser parte de este mundo terrible.

Me florecen crisantemos en el pecho, pero de alguna forma los sutiles pétalos adquieren el filo de una espada... y me rompen por dentro, a medida que crecen, lento... muy lento


sábado, 8 de junio de 2019

El mundo vibra constantemente. Y esa vibración emite un sonido mudo, constante, total... los humanos parecen haberse habituado a él, actúan como si no lo escucharan y cuando hago alusión a este sonido me miran extrañados y algo asustados, como si se encontraran frente a alguien a punto de enloquecer.

Hay días en que siento todo tan fuerte que el sonido del mundo se hace intolerable y desearía morir para huir de él... requiero silencio, calma... pero me encuentro confundida vibrando a gritos dolor y rabia.

El mundo parece un mal lugar para vivir, me extraño de ver a los humanos funcionando tan bien, ignorando el dolor que llena cada rincón de la tierra. Han aprendido -de una forma que ignoro y que tal vez ansío- a separarse de la totalidad y sentir únicamente lo que le compete a su cuerpo material, preocupándose con algo de suerte solo de aquellos que le son más allegados. No oyen el sonido del mundo, no sienten la agonía de los demás -tampoco su felicidad- y parece que esto se ha constituido en un mecanismo defensivo que les permite tolerar la existencia en este lugar.

Por otra parte, esa misma separación de la totalidad les permite dañar de formas inimaginables a la naturaleza y a las personas sin sentir absolutamente nada...

Este mundo me abruma en infinitas maneras y mi mente, harta del sonido y el dolor, solo busca desesperadamente la paz.

Alguna vez escuchaste el sonido del mundo.
Sé que ahora sientes la herida en mi pecho 
El dolor

Me gustaría poder explicarte lo difícil que me resulta hablar... Hablar y que me escuchen... Hablar y escuchar mi voz... Es como si al habl...