viernes, 24 de octubre de 2014

Cerca
          Muy cerca...




 Tu pupila
solo refleja
el miedo que
mi alma lleva



domingo, 5 de octubre de 2014

La vida


             Tú y Él
             Yo y Tú
             Él y yo.


  El tiempo,
El espacio 
La luna y el sol

                                                                    El sol en el colchón
                                                 mi colchón
                                                                                                     nuestro colchón

Tú que no eres él
                            No eres él
                           No eres él

                  Yo que  no soy yo
                      No soy yo
                         No soy yo...



miércoles, 24 de septiembre de 2014

Susana

     Reviven en mí los atávicos deseos de dar muerte a todo ser estúpido e inocuo que roza siquiera el aire que respiro. La necesidad imperante de exterminar de todo sitio a aquellos seres que usurpan el lugar que unas flores ocuparían de forma mucho más útil y grácil.  Me detengo un segundo a pensar en la forma en que estos seres -si es que pudiesen merecer tal consideración- deberían alcanzar la muerte y no logro llegar a una conclusión que me parezca lo suficientemente satisfactoria, pues su bajeza y nulidad impide que un ser más elevado y erudito se rebaje siquiera a hacer el esfuerzo de liberar la sangre que corre por sus venas o a tomar en sí aunque sea una liviana parte de su peso inmundo. 

    Enciendo un cigarro mientras miro por el balcón y contemplo con desprecio aquellos muñecos que torpemente se mueven por las aceras aún húmedas... Entonces, veo su figura pálida cruzar por la plazoleta que está a mis pies, sus ojos se acercan a mi lentamente; sus ojos, sus ojos y nada más ¡solo eso existe! Si hace un segundo pensaba en como la miseria humana que me rodeaba merecía la aniquilación, ahora todas esas arpías conspiradoras y sucias me parecen un poco más tolerables por la sola presencia de esos ojos de mar profundo mirándome. 
   Entonces ella, pequeña y frágil doncella levanta su mano izquierda con lentitud parsimoniosa y forma con su tierna mano la figura de una pistola con la que me apunta directo al corazón. 
    ¡Oh el mundo! ¡Oh mi vida! como es frágil el sentir de un hombre al encontrarse -aun imaginariamente- en esa situación. "P-i-u-m" dice lentamente la muchacha con gesticulación exagerada mientras su mano pistolera me apunta con firmeza. Entonces lo sé; me ha dado. Yazco imaginariamente muerto en mi balcón, ella lo hizo, ella me mató y por una razón que desconozco quisiera correr a sus brazos y estrecharla contra mí, quisiera llorar mientras la abrazo y finjo que no existe un mundo fuera de ella y de mí. Instintivamente me muevo en dirección a la puerta cuando escucho el estruendoso sonido de un golpe seco, frenos tardíos y huesos quebrándose contra el pavimento. Son sus huesos y lo sé aún antes de ser consciente de ello; es su delicado brazo el que se  ha quebrado, es su sutil cuerpo el que ha recibido el golpe de aquella máquina de metal, es su grácil alma la que me ha abandonado antes de permitirme siquiera saber su nombre. No quiero abrir los ojos, no quiero constatar lo que mi mente ya sabe. 
       La multitud; esos sucios seres llenos de corrupción y engaño osan acercarse al cuerpo ahora inerte de mi pequeña Susana. Susana, sí. Así la he llamado, con ese nombre quedará en mí.
      Persisto inmóvil en lo que no han sido más que segundos y me niego aún a abrir los ojos como si ese gesto infantil mantuviese a la realidad lejos de mí, pero escucho a ese gentío y su sorpresa volverse un tumulto bullicioso bajo mi balcón y de eso no puedo escapar. ¡Oh! ¡Susana! cuanto ansié rodearte con mis brazos y llorar sobre tu pelo lacio las penas de las que tú me librabas ¡cómo fueron dulces los segundos previos a éste, tu fatal destino!. Abro los ojos con lentitud abrumadora y sigo el impulso antes coartado por el estrepitoso sonido de la muerte, el movimiento de mi cuerpo continúa en dirección a la puerta y casi sin consciencia estoy fuera, en la calle húmeda sin zapatos, y con el alma compungida. 
       Susana –¡oh! ¡Mi Susana!- muerta a los pies de mi balcón, su sangre aún viva escapa de su cuerpo y llena la acera de un rojo profundo, casi tan profundo como el azul de sus ojos...
       Me acerco al cuerpo sin vida y soy testigo -como tantos otros- de lo que allí acontece. Quiero abrazarla pero sé que está muerta. Pienso en las flores que ocuparían su sitio y siento la tristeza del saber que nada, nunca, podrá ocupar realmente el espacio que en mí la aguardaba. Desolación.
  Fijo entonces mi mirada en su sangre esparramada por el suelo y la deseo, porque es parte de ella y su rojo aún vive, porque no abracé a Susana y quiero abrazar lo que es parte de ella. Me lanzo a la poza que se ha formado y me revuelco en ella como si la abrazara ante la mirada de asombro y espanto de aquellos viles seres que antes repudiaba. Las mujeres alejan a los niños de aquel espectáculo mientras voltean la vista y se alejan, los hombres confusos no saben qué hacer y comienzan a vociferar palabras que no comprendo, no quiero entender. Susana, ¡oh! ¡Susana!.
      Una ambulancia tardía llega y unos hombres intentan separarme de la sangre de mi Susana. Grito guturalmente palabras que no existen mientras intento zafarme de la prensión de esos desconocidos, pero mi esfuerzo cesa súbitamente al escuchar a un paramédico que lee los documentos que encontró en su Billetera; “Susana, 23 años. Una lástima, linda chica”.
        “El loco en otra ambulancia” –sentencian- y yo me acabo ahí mismo. Soy todo eco…
         Ella me mató dos veces hoy.


domingo, 7 de septiembre de 2014




¿Esto es la vida?
      ¿Este dolor?
      ¿Esta agonía?



Abro mis ojos y fijo la vista en las rugosidades del techo, poco a poco comienzo a sentir los sonidos de la ciudad que despierta y el dolor en mi pecho comienza a crecer.


Otro día comienza.


Hace tiempo dejé de pensar en levantarme o no hacerlo, hace tiempo dejé de tener la libertad de decidir qué hacer con mi vida. Debo levantarme, debo trabajar, debo simular felicidad, ser amable con las personas ¿qué culpa tienen ellos del muerto en mi cabeza? Me ducho y disfruto genuinamente de esos minutos bajo el agua, disfruto y lloro, lloro por haber despertado, lloro porque aún me dueles, lloro por tener que seguir, seguir y salir afuera...


A veces camino por la calle y pienso cuantas de todas esas personas están sufriendo por amor ¿Cuantos llevan los pedazos de su corazón escondido? ¿cuantos van fingiendo sonrisas como yo? ¿cómo soporta el mundo tanto dolor?


Me gusta el viaje al trabajo, ir en el bus, mirar por la ventana y que nada más exista. Fantaseo con la idea de no llegar a trabajar, que algo inesperado suceda y cambie mi día y mi vida para siempre; un accidente, alguien que me secuestre, un meteorito cayendo en mi cabeza y acabando con mi existencia para siempre ¿lo sabrías? ¿te enterarías algún día de mi muerte? No, claro que no…  hace tiempo has dejado de asomarte a mi ventana ¿que más da? solo soy el pasado, el error, el pecado...


Es un día gris, me asomo por la ventana del bus y elevo la vista a la cordillera, veo como la tormenta se avecina. Pienso que al volver quisiera compartir un café contigo y me sorprendo llorando otra vez.


Ya no estás, hace tiempo no estás ¿por qué te imagino aun en mis planes?


Llego al colegio donde debo trabajar y un niño confiesa su amor por mi, y me odio, me odio con fuerza, con toda la fuerza del mundo, me detesto y me desmayo, todo es negro… como quisiera que todo se quedara así…


Despierto un momento más tarde, con las profesoras rodeándome y la directora preguntando si quiero que llamen a alguien que vaya por mi ¿Alguien? como si hubiese alguien para mi en esta enorme ciudad... Me disculpo, ya estoy bien, a sido una baja de presión… no es nada, no es nada, no se preocupen, estoy bien, sonrío y me creen.


Salgo del colegio y la tormenta estalla y con ella mi corazón, algo dentro muy dentro explota y caigo en la tierra y lloro a gritos y agradezco trabajar en un lugar tan alejado, agradezco que no haya nadie cerca, agradezco la soledad en que vivo mi dolor y grito, grito más, y maldigo mi dolor y me maldigo a mi y a ti a la vez…

Es el día en que he decidido que es demasiado para mí, que no puedo seguir cargando tu ausencia, tu silencio, tus mentiras… 


Es el día que decido ya no seguir.


sábado, 30 de agosto de 2014

Persona

El origen más remoto de la palabra persona es el griego prósopon ‘aspecto’, de donde pasó al etrusco phersu, con el significado de ‘ahí’. A partir de esa voz, los latinos denominaron persona a las máscaras usadas en el teatro por los actores y también a los propios personajes teatrales representados.




Máscara de hombre
   Máscara de padre
      Máscara de esposo
         Máscara de hijo
            Máscara de hermano
               Máscara de profesional
                  Máscara de cuerdo
                     Máscara de fuerte
                       Máscara de valiente
                          Máscara de Cristiano
                             Máscara de...

¿Cómo seríamos sin nuestras máscaras?


El paraíso siempre está abierto; 
caricias esenciales son
la llave de lo
eterno

martes, 26 de agosto de 2014

Abrir la herida
                            (echarle sal)
Besar la herida
                            (con limón y menta)
Llorar la herida
                            (A grito limpio y melancolía añeja)
Maldecir la herida
                             (con veneno inerte y rezos vanos)
Amar la herida
                             (porque no hay más nada)
Amarte a ti
                            (porque eres la herida)





martes, 29 de julio de 2014

Rutina

CaféMe preparo un café mientras pienso en este día de mierda, lleno de cosas que no quiero hacer. De partida tengo que levantarme cuando yo solo quisiera quedarme en la cama para siempre... ¡Ah! que tedio, que cansancio, que desanimo de vivir este hoy

¿Cuando mi vida se convirtió en esto? 
¿En que momento perdí mis ganas de vivir? 


Tengo que ir a la casa de Alessandra ¡cómo detesto a esa mujer! su parloteo incesante, su casa de murallas pulcras, sus arrugas mal camufladas tras kilos de maquillaje... "Es por tus hijos" me repito incesantemente, pero a veces pareciera que eso no basta

¿Soy un mal padre por eso? 

A veces realmente odio ser padre, aunque las ame a ellas... odio estas responsabilidades, tener que levantarme con todo este calor, atravesar la ciudad entera para ver a alguien como Alessandra y así poder pagar la hipoteca, los colegios, los doctores, la comida...

¿Dónde están mis ganas ahora? 
¿En que lugar se han escondido? 

Subo sin animo al segundo piso de una casa que se cae a pedazos mientras pienso que debo ir al banco antes de que cierren y comprar el regalo de cumpleaños de mi madre. Entonces me encuentro a Yeudiel ya vestida en mitad del pasillo. Me sorprende lo rápido que ha crecido, hace solo unos meses debía vestirla y peinarla, prepararle sus cosas para ir a la escuela... ahora me mira enfadada; reclama que Adamit ya tiene hambre y que yo tengo la cara de quien no duerme hace siglos.

¿Cuando fue la ultima vez que dormí plácidamente?
¿Fue la noche antes de que ella se fuera?

 Me causa gracia verla así, tan pequeña y mandona, se parece a su madre... por eso la amo, por eso sufro un poco cada vez que la veo y al mismo tiempo me lleno de alegría... Ella vive en Yeudiel y Adamit. 

Supongo que esto es la vida... realmente estaba equivocado cuando quería crecer. ¿Será así para todo el mundo? ¿Vivirán lo mismo las personas de Asia o América? ¿mirarán sus cafés antes de enfrentar el día y se preguntarán que fue de la persona que una vez quisieron ser?

Dejo a las chicas arriba y bajo a terminar mi café, quizás pase a ver a Alessandra primero y luego con la excusa de visitar un banco pueda irme más pronto de ahí... Mis pensamientos son cortados en seco por un extraño sonido que atraviesa el cielo y un estruendo que parece retumbar en todas partes. La tierra tiembla. ¿Qué fue eso? Escucho a Adamit llorar y otro estruendo aun más fuerte que el anterior. Mis hijas gritan. ¿Que sucede? Subo corriendo por mis niñas, veo a Yeudiel  abrazando a su hermana,  veo el miedo en sus ojos, siento el miedo en mi sangre, los sonidos se agolpan uno tras otro la tierra tiembla. Sson explosiones, una tras otra ¿pero de qué?. Bajo con mis niñas al primer piso, las abrazo y espero a que todo acabe pero el tiempo parece detenido entre estruendo y estruendo, este segundo no acabará más nunca. Salgo de mi casa, veo a mis vecinos y palpo su miedo, mi miedo. Nos atacan Usama! Nos atacan, grita mi vecino al tiempo que una explosión destroza la casa de la esquina.


Explosion of childrenNos atacan, nos atacan...

Veo a mis hijas llorando sin comprender nada ¿Quién nos ataca? las abrazo fuerte. Todo va a pasar les digo sin esperanzas. La vida acaba de cambiar y quisiera volver a hacerme el café y pensar en dejar a mis hijas en su escuela, visitar a Alessandra e ir al banco. La rutina que hace unos minutos odiaba hoy es el lugar más seguro que puedo imaginar...

Un nuevo estruendo sacude la ciudad. Nos atacan ¿por qué nos atacan? Adamit llora desconsolada, Yeudiel quieta como una estatua grita el pánico por los ojos ¿Qué debo hacer? ¿Dónde ir? La tierra que me dio cobijo hoy es el blanco del odio ajeno. Mis vecinos corren y yo tomo a Adamit en un brazo y doy la mano a Yeudiel para comenzar a correr también... no sé donde voy, solo los sigo a ellos. Aquí no es seguro, pero ya no sé que lugar lo es...


sábado, 12 de julio de 2014

Lourdes

Lourdes caminaba por la acera cubierta de nieve

Lourdes
            Lourdes
                        Lourdes
                                   Lourdes
                                               Lourdes
                                                           Lourdes
                                                                       Lourdes
                                                                                  Lour…

Y  justo cuando pronunció su nombre por octava vez, un perro blanco con una mancha negra en el lomo cruzó la calle para morir trágicamente atropellado al otro lado. Lourdes terminó la pronunciación de su nombre y quieta en medio de la nieve observó sin acercarse, el cadáver inerte de aquel animal antes tan vivo. 

Soy Lourdes -repitió segura- Lourdes, Lourdes...

 Lourdes, nombre de virgen y trapecista de circo, nunca se acercó al perro, nunca pensó en que fue del perro antes de morir, nunca pensó que hubiese pasado si ella hubiese sido aquel perro, ni que hubiese sido de aquel perro si él hubiese sido ella. Lourdes nunca piensa en esas cosas porque está ocupada repitiendo su nombre mentalmente para alejarse de aquel mundo tan hiriente y frío.

Lourdes
 Lourdes
 Lourdes...

Continuó caminando por la misma acera, repitiendo su nombre infinitamente, rodeada de un halo nebuloso que no la dejaba ver. Allí estaba Lourdes, caminando como siempre a un lugar más que conocido a encontrarse con los seres habituales, para para fingir sonrisas sinceras y miradas interesadas, para coquetear con quien no sabía y acabar en la cama con otro que se pareciera a ella, con otro a quien llamar Lourdes mientras arañaba por la espalda y se hundía en sí misma

¡Lourdes!
¡Lourdes!
¡Lourdes!

Tendida en la oscuridad de un sueño lejano Lourdes recibe las caricias noctambulas de un cuerpo que le resulta ajeno, entonces súbitamente cesa la repetición mental de su nombre y es brutalmente expulsada de ese cálido rincón en su mente. 

Se incorpora rápidamente y ve a su lado a un otro que ya no es Lourdes.
Se asusta.
Recuerda el perro que vio morir por la mañana. 
Llora.
Intenta en vano recordar su propio nombre y volver hacia dentro mas no lo consigue. Desespera. 

Lourdes se levanta angustiada de la cama, se asoma al balcón perpleja. ¿Quiénes están tras todas esas luces? ¿Quién es ese cuerpo que la acompaña? ¿Morirán todos alguna vez como el perro de la mañana? ¿Es todo el mundo esa finitud?

Lourdes recuerda su nombre, se aleja del mundo, vuelve hacia adentro. Besa al hombre desconocido que la acompaña duerme soñando que nada existe. Ni siquiera ella.

Lourdes...
Lourd...
Lou...
Lo…
L...
...



miércoles, 2 de julio de 2014

Muerte pasajera

Ayer estuve muerta por 24 horas. Aún no se lo he contado a nadie porque nadie me va a creer, pensé contárselo a Alfredo, pero él es tan concreto como una pared y jamás va a entender que uno se puede morir 24 horas y despertar vivo después. Él cree mucho en unos seres que dicen saberlo todo; "Cien-ti-fi-cos" me dice y siempre repite "es científicamente imposible que bla bla bla”. Con eso de los científicos ya no podemos hablar mucho, no sé en qué momento se hizo un adulto lleno de -como dice él- “conocimientos”.

Bueno el punto es que me morí y aun no logro compartir la experiencia con nadie, porque no sé quién me pueda creer. Tengo ya 24 años y aunque nunca entendí como alguien puede creer que lo "científico" lo es todo, si logre entrar en ese juego y una de las reglas científicas es que lo que no es explicable no existe. Eso me dijo Alfredo cuando le dije que había visto un color que nunca antes había visto y como no se lo pude explicar me dijo que estaba loca... Ahora creo que él está loco porque siempre ha pensado que uno se muere una sola vez en la vida, hasta yo lo había pensado, pero uno no sabe qué tan equivocado puede estar hasta que descubre una de esas cosas "científicamente imposibles".

            Prosigo, mi muerte pasó ayer, duró 24 horas, desde las 9:00 am hasta las 9:00 am de hoy. Supe que estaba muerta cuando me desperté -o creí hacerlo- y no sentí mis células, y luego no tuve ganas de hacer nada. Me levante y me bañé –o creí hacerlo- y vi como a cada paso dejaba una estela como de muerte. Era extraño no sentirse a una misma... me bañe porque era costumbre, pero ahora que lo pienso no sé si me bañé o pensé que me bañaba porque no recuerdo haber sentido que me bañaba, aunque eso puede ser porque quizás los muertos no sienten nada. Después del acto o pensamiento de bañarme estuve totalmente segura de que estaba muerta; no tenia animo ni de respirar ni de estar con los ojos abiertos. "Es depresión" -me dijo la voz de mi tía en la cabeza- pero yo decidí que era muerte porque la muerte debía sentirse como esa ausencia de vida que sentía yo. Como estaba muerta y a los muertos yo siempre los he visto recostados en un ataúd yo me fui a recostar a mi cama, que era lo más cercano que tenía, allí en posición horizontal me asumí muerta y estuve el resto del tiempo así… a veces me caían lagrimas porque tenía pena -creo que fue esa pena la que me rompió el corazón y me mató- pero el resto del tiempo solo estaba allí muerta…

Hoy día a las 9 de la mañana me desperté, el sol brillaba y hacia calorcito, nada que ver con esos días de invierno cuyo frio me recuerda que estoy solita. Hoy me levante y me di cuenta que estaba viva de nuevo y me sentí feliz porque estaba viva, me hice un desayuno súper rico y me bañé harto rato pensando en mi muerte y mi nueva vida. Creo que después de todo si se lo voy a contar a Alfredo porque aunque es científico y me va a decir que estoy loca, me encanta esa forma medio paterno-amistosa en que me hace cariño en el pelo cuando me dice que estoy loca.




lunes, 23 de junio de 2014

Ayer, en un momento de lucidez me di cuenta del magnífico momento que vivo;
te he perdido,
                     tengo el alma a pedazos,
                                                          estoy cansada,
                                                                                 te sigo amando...
                                                                                                           el mundo se cae
                                                                                                                                    y a pesar de todo...

eso está bien. 

No, no estaba lista para estar contigo porque en realidad nunca estuve lista para estar con nadie. Porque en realidad tengo muchas heridas que ni yo misma he querido ver... porque aun lloro por cosas que pasaron hace mil siglos y porque recién ahora puedo preocuparme de mí de nuevo... 


sábado, 21 de junio de 2014

Cuándo fue la última vez que estuve sola?

Sola de verdad, sola sin la lucecita tintineante de skype, sin las notificaciones de facebook y tumblr, sin las vibraciones de whatsapp y los mensajes de texto, sola sin las llamadas... Sola sin pensar que al otro lado de una pantalla hay alguien más... ¿Cuando fue?

Lo he olvidado
He olvidado como se sentía mi soledad.
Me gustaba tanto estar a solas con mi mente, entre divagaciones, irracionalidades y locuras... me gustaba tanto pensar de más en cosas que no fueran problemas del corazón y angustia existencial. ¿Qué fue de esos días? ¿Por qué los dejé ir? ¿En qué momento estar conmigo misma se hizo tan pesado?
¿Qué intento evadir?

Los amores imposibles, soñarme sola de por vida, verte pasar en cada esquina, llorar, llorar y llorar...
No sé que quiero ser, solo sé que estoy sola y no quiero estarlo... pero quizás este es mi destino. Amarme porque soy lo único que tengo y lo único que me soporta...

Ay! en que carga me he convertido!


Me gustaría poder explicarte lo difícil que me resulta hablar... Hablar y que me escuchen... Hablar y escuchar mi voz... Es como si al habl...