Camino ansiosa por la calle, todo
está mal en mí; mi pelo, mi cara, mi forma de caminar. Sé que la gente se da
cuenta y al verme piensa en lo extraña que me veo. Pero no puedo hacer nada...
así es mi pelo, así es mi cuerpo, así son mis movimientos. Bajo la vista para
no ver sus miradas pero es aún peor, de reojo pareciera que todos me miran, no
me puedo proteger de tantas miradas. Quisiera escapar, desaparecer en este
instante. Comienzo a sudar, los brazos me sobran, no sé qué hacer con mis manos,
no sé cómo arreglar mi pelo, no sé cómo no lucir nerviosa...
Al
subir en la micro la sensación cambia. Todos me han visto, se han dado cuenta
de lo nerviosa que estoy, hay un ladrón por allí en la micro que se acercará
sigilosamente e intentará robarme, lo sé, lo presiento. Intento resguardarme,
acercarme a la ventana y protegerme contra ella pero hay mucha gente, demasiada
gente en tan poco espacio... necesito aire, necesito llegar a la ventana y
necesito no verme nerviosa.
Una
mano roza mi brazo izquierdo; me sobresalto, alguien me ha tocado, que asco, me
aparto bruscamente, me limpio con la otra mano como si sirviera de algo, la
mujer que me tocó me mira extrañada, debe parecerle rara mi reacción, debo
parecerle rara yo, me mira fijamente el pelo ¿tengo algo en el pelo? Necesito una
ventana y ver mi reflejo, necesito
resguardarme y que nadie vea lo nerviosa que estoy.
Camino
entre las personas intentando que no me toquen, que difícil, como odio las
micros llenas. Alcanzo un rincón cuando un hombre obeso lo deja libre para
bajarse, apoyo mi mochila contra el panel de la micro y la ventana. Ese ladrón
no conseguirá nada de mí. Intento ver mi
reflejo en el vidrio, pero no puedo hacerlo sin que los demás se den cuenta de
lo que hago, todos verán que me veo en el vidrio como si fuera un espejo,
pensarán que soy fea y no saco nada con mirarme porque no tengo arreglo, seguro
estoy muy despeinada, seguro luzco especialmente aborrecible ¿para que alguien
tan feo se podría querer mirar en un reflejo? Es mejor huir, huir de ese
monstruo, pensar que no existe, que no soy así, que no soy él
Debo
bajar, bajar y caminar. Camino extraño, lo sé; muevo demasiado el brazo derecho
y nada el izquierdo, la mayoría del tiempo camino en punta y cuando me doy
cuenta que lo hago intento pisar con el talón, pero se me hace tan extraño que
debo ir pensando cada rato “talón, punta, talón, punta, talón, punta” me veo
aún más extraña, pierdo el ritmo al caminar, no sé ya cómo moverme, estoy
rodeada de gente y solo quiero detenerme, no quiero caminar, no quiero seguir,
no quiero que me vean...
Llego
al lugar acordado y él me espera sentado tomando un café. Me apresuro, una
ráfaga de viento me despeina, me rio, él me ve y me saluda, le ha gustado mi
nuevo vestido y desfilo para él, nos
sentamos un rato, pido un trozo de torta ¿existe algo más que sus ojos? Decidimos
ir al parque, caminamos lentamente, mi
mano derecha encuentra calma en su brazo izquierdo, nos subimos a la micro,
está llena y la gente se amontona, estoy entre la ventana y su cuerpo, me
siento protegida, elevo mi mirada para
encontrar la suya, un beso y más nada. No me importa la gente, no me importa el
mundo... todo lo que existe es este nosotros.