Estoy en la
micro, de pie, dando la espalda a todos, pegada al vidrio intentando dilucidar
la delgada y difusa línea que separa el smog del celeste del cielo. Veo un
chico andando en bicicleta. Me distraigo, quisiera andar en bicicleta, quisiera
saber hacerlo, quisiera… quisiera que no hubiese esmog y el celeste del cielo
durara para siempre. Me pregunto ¿yo respiro de esa nube café grisácea? La respuesta
no me gusta. Vuelvo a ver al chico de la bici, veo un letrero de una construcción
mal ubicado, me pregunto quién dio la orden de ponerlo ahí ¿desde que
perspectiva tomó esa mala decisión?
De pronto un
olor nauseabundo me alcanza, la fetidez es horrible, mis ojos comienzan a
lagrimear ¿Qué es? Intento dilucidar qué
cosa que esté dentro de una micro puede oler tan mal ¿pescado descompuesto? Es asqueroso, dejo de mirar por la ventana
comienzo a mirar a mi alrededor ¿de dónde viene ese olor? Las personas que
tengo cerca también lo sienten, no se preocupan en disimular el desagrado que
les provoca, veo las caras de asco de todos, las expresiones de horror,
permanezco neutra ¿Qué es ese olor? De pronto una señora que va sentada le
comenta a su amiga “que asqueroso” mientras mira fijo en una dirección; a mis
espaldas. No podía ser de otro modo, todos saben lo que es menos yo.
No quiero ser
evidente, no quiero darme vueltas apresuradamente y ver algo terrible ¿Qué puede oler tan mal dentro de una micro?
La micro para, la gente se mueve y el origen del olor se desplaza hasta la
puerta: un vagabundo. Lo miro; tímido,
asustado, destrozado. De inmediato se me rompe el corazón; recuerdo las caras
de asco que vi hace unos segundos, recuerdo los comentarios despiadados y de
pronto entiendo que todo lo que yo viví lo vivía él también. Que vio esos
rostros, que escuchó esas palabras, que siente el rechazo, que no quiere estar
ahí. Lo siento, lo siento tanto. Veo sus zapatos rotos, su ropa sucia, su
mirada triste y quisiera disculparme con él, quisiera decirle que lamento todo,
que me perdone, que nos perdone. Pienso un momento como habrá llegado a ese
momento, dónde está su familia, dónde está su vida, qué fue de sus sueños. El
hombre baja la mirada, sabe demasiado bien lo que provoca, no quiere más caras
de asco en sus pupilas, toca el timbre, baja lento y no mira atrás ¿por qué
habría de hacerlo? Se pierde en el horizonte mientras la micro se aleja,
escucho los comentarios de las personas; ¿lo viste? ¡Qué asco! ¡Abran las
ventanas! Que se vaya el olor, que se borre la imagen, que no quede recuerdo… acaba
de acabar algo que nunca sucedió
Llega mi
parada, me bajo de la micro presintiendo con tristeza que acabo de ver la
indolencia de las personas con las que comparto mundo.